Cuando estás a
punto de cumplir 30 es inevitable analizar cómo has gastado tus años mozos.
Personalmente estoy bastante satisfecho, pero había algo que me faltaba en la
lista. Ese deporte tan exótico para algunos (habitantes de interior o de costas
calmadas) y tan común para otros (aquellos que tienen la suerte de vivir a la
orilla de un gran océano): el SURF. Hacía 2 años había hecho media hora de
cursillo en Zarautz con una tabla de corcho del Decathlon y unas espumas
bastante potentes.
Un cambio de dígito
es la excusa perfecta para probar algo nuevo, así que decidí engañar a mis
amigos para que se apuntaran conmigo a un surfcamp. Con casi 3 meses de
antelación ya habíamos reservado nuestra plaza, así que con la ilusión y las
ansias me puse a documentarme por internet. Foros, webs, youtube, etc,… hasta
que por casualidad descubrí que, aunque no es el mejor sitio, se puede
practicar surf en la costa mediterránea de Barcelona. Con el subidón, me puse a
buscar tablas de segunda mano, más para ver cuánto costaban que para comprar
una, hasta que encontré mi futura tabla, y sin ni idea de surf ni neopreno, le
hice una oferta que no pudo rechazar. La misma tarde que recogía la tabla, me
compré un neopreno, y vuala, ya tenía todo lo necesario.
El primer día que
me dirigí a la Caleta de Montgat con mi neopreno y tablas nuevo fue apoteósico.
Solo ponerme el neopreno dentro de mi Seat Ibiza ya fue casi media hora. En el
agua había algo que yo jamás había visto antes, gente surfeando en el Mediterráneo Con la sensación de que todo el mundo me miraba como diciendo
“donde va este pringao?” me metí en el agua. Ahí descubrí que simplemente
subirse a la tabla y remar, como había visto en muchos vídeos no era tan fácil
como parecía. Las espumas apenas tenían fuerza, nada que ver con lo que me
había encontrado en Zarautz 2 años antes, así que me fui para donde estaban
todos, al pico. Allí descubrí que sentarse en la tabla era imposible! Mientras
todo el mundo estaba en relajado, hablando de sus cosas, yo intentaba domar el
toro mecánico que tenía por tabla. Así que decidí esperar las olas con la tabla
agarrada en un lado y haciendo pie de puntillas. Aquella sesión se saldó con
una “llevada de ola tumbado”, pero fue suficiente para engancharme.
Todo este rollo
de presentación es para que entendáis de donde vengo, y sobre todo, para que
aquellos que alguna vez os lo habéis pensado y os ha tirado para atrás el
"aquí no hay olas" o "soy demasiado mayor para aprender" os
lancéis al mar. Como prueba os dejo un par de fotos de las cosas que hago ahora
después de dos años metido en esto, viviendo en Barcelona y viajando cada vez
que puedo a al Cantábrico.
Zarautz - Arbil de 2013 |
Laredo - Junio de 2013 |